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Las vías energéticas del músculo.

El ATP es el compuesto químico que se encuentra en todas las células del cuerpo y el único que utilizan éstas para producir energía. Sin embargo, nuestras células solo pueden almacenar una pequeña cantidad de este compuesto y esto hace que se agote rápidamente, en apenas unos segundos de esfuerzos de alta intensidad.

Así que para que nuestros músculos puedan seguir contrayéndose, es preciso regenerarlo.
Nuestros músculos dependen de 3 sistemas para reconstruir el ATP (Adenosín Trifosfato), que varían en función de la intensidad y la duración del ejercicio.

Estos sistemas son el anaeróbico, el glucolítico y el aeróbico.

Si hablamos de esfuerzos explosivos de máxima tensión y corta duración, los músculos obtienen energía inmediata de un sistema anaeróbico no oxidativo (No interviene el oxígeno).
En concreto, para este tipo de actividad los músculos emplean la reserva disponible de ATP que regeneran mediante el Creatín fosfato (CP).

Al usar el ATP, se pierde una de las 3 moléculas que lo componen y se convierte en Adenosín difosfato. Aquí entra en juego el creatín fosfato, un compuesto energético que se produce en el cuerpo y se almacena en las células musculares. Éste dona una molécula al Adenosín Difosfato para que vuelva a ser ATP y que el cuerpo pueda usarlo en el esfuerzo. Los depósitos de CP en nuestro organismo se aumentan con el consumo de creatina, de la que hablamos hace unas semanas.

Cuando se agotan los depósitos de Creatin Fosfato y los músculos necesitan seguir esforzándose, en este caso hablamos de esfuerzos por debajo de la máxima intensidad, entonces nuestro organismo recurre al sistema glucolítico de energía. En este sistema se utiliza el glucógeno muscular que se convierte en glucosa para formar ATP.

Pero por desgracia, la glucosa no es infinita y a medida que se va agotando, se recurre al glucógeno hepático y muscular que se convierte fácilmente en glucosa y vuelve a la circulación para sostener el trabajo muscular. De esta manera, el sistema glucolítico puede aportar energía de manera rápida pero no por demasiado tiempo.

Y por último, si el trabajo muscular continúa, interviene la via glucolítica oxidativa, en la que entra en juego el oxígeno para producir energía.  Las actividades de resistencia que se mantienen por un largo tiempo, precisan de un sistema de energía que permita mantener el esfuerzo prolongado y utilizan la vía energética oxidativa, en la que entra en juego el oxígeno para oxidar los ácidos grasos, la glucosa e incluso los aminoácidos que componen nuestra masa muscular si es preciso.

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